sábado, 28 de agosto de 2010

Ante la muerte de tres españoles en Afganistán exponemos:

  1. Nuestra condolencia ante familiares y amigos, y nuestro respeto por quienes han cumplido, hasta las últimas consecuencias, con sus compromisos. 
     
  2. Que tanto el Ministro del Interior Pérez Rubalcaba, como buena parte de la prensa, "olvidan" que estas muertes se suman no sólo al cerca del centenar de españoles y a los miles de soldados de la ISAF caídos en la Guerra de Afganistán, sino a los miles de resistentes afganos muertos por esas mismas tropas de ocupación y, sobre todo, a las miles de víctimas que esos ocupantes han provocado entre la población civil afgana  
     
  3. Que pese a las manifestaciones de Pérez Rubalcaba acusando, a la resistencia afgana que lucha contra el invasor, de ser los únicos responsables de estas muertes, para "M 20" y para todos los españoles con sentido común, el principal responsable de la muerte de los soldados españoles en la Guerra de Afganistán es el actual gobierno, con Rodríguez Zapatero a la cabeza, en su afán servil y mercenario de complacer intereses, cuanto menos, extraños a nuestra Nación, cuando no definitivamente contrarios a ella. 
     
  4. Que los cómplices de estas muertes son la clase política presente en las instituciones, sin olvidar al Monarca Juan Carlos I, que es Capitán General de los ejércitos. 
     
  5. Denunciamos, asimismo, la hipocresía de tanto pacifista a sueldo de un poder, que se opuso a la guerra imperialista contra Iraq pero guarda, ahora, un silencio cómplice ante lo que sucede en Afganistán: una guerra de ocupación y de resistencia ante al invasor.
Por todo ello pedimos el regreso inmediato a nuestra tierra de todos los soldados españoles presentes en distintas misiones de ocupación en el extranjero, incluidas las misiones llamadas humanitarias, que esconden una situación de colaboración con las políticas de Estados Unidos para someter naciones (como Haití) o fragmentar estados (como Serbia). Los soldados españoles sólo se justifican para atender los intereses reales de la Nación española o contener agresiones hacia otros pueblos allí donde éstos los soliciten, y no para ser instrumentos de una clase política servil a los intereses de la hegemonía de Estados Unidos y del conglomerado oligárquico que dirige y se beneficia de esta hegemonía a costa de la vida y soberanía de otras naciones.